DRIULIS GONZÁLEZ
Su nombre se ha ganado un puesto en la historia del judo ol í mpico y mundial. Muchos la han calificado como una "fiera" sobre el tatami y no es para menos, porque esta mujer de 1,65 metros se las ha arreglado no solo para derrotar a sus m á s encumbradas rivales en los 56 kilogramos, sino tambi é n a serias lesiones.
Medallista en cuatro Juegos Ol í mpicos: Bronce en Barcelona'92, oro en Atlanta'96, plata en Sydney'00 y bronce en Atenas ’ 04 son las principales cartas de presentaci ó n de esta mulata due ñ a de unos ojos muy expresivos.
Tras su compromiso en la ciudad australiana esta jucoda cinta negra, cuarto dan, quiso convertirse en madre y despu é s de un tiempo prudencial quiso retornar y lo logr ó tras imponerse un riguroso plan de entrenamiento para adelgazar unos cuantos kilogramos que le sobraban en su anatom í a y ello la condujo a competir en los 63 kilogramos en la capital ateniense..
Una medalla de oro mundial, dos en Juegos Panamericanos y cuatro t í tulos en los exigentes Juegos Mundiales Universitarios, entre otros, respaldaban la decisi ó n del retorno de esta guantanamera nacida el 21 de septiembre de 1973.
Su nombre se pase ó victorioso en las grandes plazas del judo mundial. Los torneos Clase A convocados cada a ñ o en Europa, Asia o Á frica se han prestigiado al contar con sus actuaciones, sobre todo en la d é cada de los 90 del pasado siglo.
El profesor Ronaldo Veit í a, formador de varias generaciones, supo pulir aquel diamante en bruto que descubri ó Roberto Ortega, cuando la chica apenas hab í a cumplido diez a ñ os.
La alumna no defraud ó a sus profesores y logr ó , poco a poco, meterse de lleno en la historia del deporte cubano que la nomin ó tres veces como la mejor atleta femenina del pa í s, am é n de merecer otras numerosas distinciones.
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